lunes, 16 de diciembre de 2013

Añicos

Guardaste en el cajón más desvencijado de la cómoda todos aquellos abrazos que nos quedaban por dar. Lo cerraste a puro golpe de llave de olvido, con tal fuerza que el herrumbroso metal saltó rebotando por toda la estancia. Cayó a plomo en el agujero más grande y yermo del colchón, del lado donde hace ya tiempo que tú no dormías. Con la maleta llena de todo el vacío con el que me miraban tus ojos, rompiste la puerta y tus pasos de un portazo confirmando en un silencio despedazado, que jamás ibas a volver.
Mis lágrimas corrieron a la pared para ver su dolor en el espejo que ya no había. Siete años de mala suerte decían, y hacía ya ocho que tú no me tocabas. 



Fue escrito para otro lugar, pero me apetecía ponerlo por el asombro, la satisfacción y el rubor que provocaron en mí las palabras que surgieron tras su lectura...

10 comentarios:

  1. Precioso, como siempre. Y un final absolutamente redondo, juagando con los años y las supersticiones.
    Aplauso. Y besiño, de regalo.

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    1. ¡ muchísimas gracias! que te lean así no tiene precio.

      bico

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  2. Una pieza de mucha tristeza, Dalicia, en la que la prosa limíta con la poesía.

    Un abrazo.

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  3. El tacto esa luz que a veces es oscuridad
    mi beso

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  4. Ocho años son mucho tiempo.

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