martes, 5 de febrero de 2013

De puertas que son espejos, de espejos que son puertas... y de aquellos que se pierden la magia de cruzarlos.



Fotografía de Lissy Laricchia



La puerta no se abría. Por más que giraba el pomo una y otra vez, no había manera.

Me ayudé de la fuerza de mi hombro a la vez que de mis labios brotaba un gemido y mis pies se convertían en palanca.

Nada.

Golpeé con el alma en mis puños y mi desesperación cayendo en forma de lágrimas.

Supliqué al aire y maldije a gritos, mientras me desgañitaba en silencio.

Pateé sin tregua hasta destrozarme los zapatos y las medias, hasta que se me cayeron las esperanzas del bolsillo.

Me arrodillé intentando reunirlas para volver a guardarlas.  Sólo conseguí atrapar una. La acaricié con ternura, y ella agradecida le susurró a mis adentros: ¿Por qué no pruebas a llamar, tontuela?

Reconfortada, y desconfiada, me puse en pié. Alisé  mi falda, apoyé mi febril frente sobre la puerta, y llamé suavemente con mis desollados nudillos sobre la madera.

Ante un crujido chirriante y seco, la puerta se abrió de par en par, y toda la luz que albergaba en su interior huyó  hacia mí.

Di un paso al frente sin mirar atrás, y bajo el quicio de la puerta comprendí que en la sencillez está la llave. 


Di un paso más, y me dispuse con esa nueva arma a recibir toda la belleza que me esperaba al otro lado.

11 comentarios:

  1. Cierto, Alicia, cierto... hay puerta que se abren llamando sencillamente. Otras hay que derribarlas a patadas y trompazos. Lo difícil es saber a que puerta hay que llamar.

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  2. Siempre llamar primero, y si quieren dejarte pasar...
    Muy lindo! A la fuerza no se consigue nada o casi nada.
    Un abrazo

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  3. Precioso. Es así, detrás de la sencillez, está la belleza absoluta.

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    1. Por fin puedo publicar. He tenido que hacerlo recuperando mi cuenta de Google. :)

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  4. A veces tenemos tantas ganas de ver lo que se esconde detrás de las puertas que nos olvidamos de lo más importante,llamar y esperar a que nos abran.La curiosidad del ser humano puede más que sus formas,pero merece la pena correr el riesgo de intentar abrirla de todas las formas posibles.Es mejor pedir perdón por las formas que no arrepentirse de no haber sido valiente para ver lo que nos esconden las puertas que nos tienen encerrados en la inopia.Excelente reflexión Dalicia.Siempre a sus pies!!! Petons <3

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  5. que lindo relato, tan sencillo, toc, toc y ya...
    cuándo aprenderemos a llamar sin más?

    Bicos

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  6. Una sonrisa derriba puertas y traspasa armaduras.

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  7. Que bonito!!!!!! Tan facil era....

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  8. Y la siguiente puerta tendrá una llave diferente, así es la vida.

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  9. Hola Dalicia.
    Vengo desde otra dirección: kusuhara.blogspot.com no es gran cosa, pero es cambio que necesitaba.
    De puertas que no se abren está llena mi vida. Y no me preocupa tanto hasta que alguna de ellas se acerca tanto que me devora la intriga y entonces intento abrirla. Por todos los medios posibles. Seguro que tú estás pasando por algo muy similar. Cómo demonios voy a saberlo? En fin, Cuidate, querida y que los dioses te bendigan.
    bss!

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