Llegó un día en el que
se le rebelaron los personajes, lo
cogieron a traición por el pescuezo e intentaron ahogarle. Recuerdo que
gritaba
como un cerdo, suplicaba como un niño y lloraba como un cura. Se
arrodilló cual puta, cual devota, cual esclava. Maldijo como un viudo,
como un
cautivo, como un penitente. Murió del
susto con un rictus en la cara que nadie supo interpretar. Bajaron el telón de
inmediato, había sido un espectáculo lamentable; sin embargo nadie reclamó el
importe de la entrada.
Porque vieron lo que habían ido a ver
ResponderEliminaraplausos
EliminarCuanto más lamentable el espectáculo más audiencia. He pasado unos días en el hospital de acompañante y en casi todos los televisores se veía «Sálvame» y todo el mundo mirando hacia arriba, donde está colgada la tele como si vieran al espíritu santo.
ResponderEliminarsí, la verdad es que pensándolo bien es muy de actualidad.
EliminarMenudas comparaciones tan descriptivas, y me ha gustado mucho el final. Biquiños!
ResponderEliminarse intenta, se intenta. graciñas
EliminarCuanta verdad, oiga...
ResponderEliminarBesos desde el aire
¡ muas!
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