jueves, 23 de junio de 2016

Orugas azules.

Pequeña. Pequeña. Pequeña. Soy pequeña. Me digo. Eres pequeña me dicen. Pequeña. Me dijo. No supo que era enorme en mi inmensa pequeñez. Como si medir poco fuese un dato. Como si la bajura diese bula a la facilidad de enamorarse de mis pies. Tan pequeños. Tan ricos. Tan monos. Chiquitos ellos. Chiquita yo. Tan chiquita que cabría en un abrazo sincero. Ahí, apretada entre los codos de alguien dispuesto a querer sin querer. Pequeña. Así, como de mentira. Cuando nada había encerrado una verdad tan grande que da miedo pronunciarla. Pequeña y verdad. Verdad y pequeña. Algo insoportable para la oscuridad. Podría tapar siete soles con un dedo. Con esta pequeña yema coronada por una uña todavía menor. Siete soles en la punta del dedo. Nunca dios fue tan pequeña. Dios con ganas de llorar. Pero se aguanta. Crear un mundo en siete segundos es fácil, pero también difícil. Hornadas de mundos recién hechos cada mañana al anochecer. No quepo en ninguno. Ninguno me cabe. Estallan. Mira, galaxias. Estrellas. Yo también me estrello. Mira, otra vez. Pum. Soy la galaxia. El agujero negro sin otro lado del espejo. Soy las estrellas. Y los meteoritos. Soy todos los mundos. Rescato luces a punto de apagarse. Mira como floto. Mira como estallo. Mira como me desintegro. Mira a dios jugando a ser niña. Mira como no lloro. Ya no lloro más. Me como tus sonrisas para merendar. A la hora del te. A la hora del tú. A ninguna hora. Se ha roto el reloj. Su manecilla. Una mano pequeña. Pequeña. Mínima. Que gran caricia. Se me para el corazón. Las piedras grandes no saben andar. Benditos pies pequeños. Mañana crearé el infierno. 


2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. ...entonces esperaré al demonio que traiga, a ser posible me lo pone con la cara de Paul Newman, plis

    Kissssss y Kissssss

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