martes, 23 de abril de 2013

Los libros no necesitan un día, se merecen toda unas vidas...


Recuerdo mis primeros libros, todavía los tengo.

También los segundos, y los siguientes,  y los más nuevos; ahí  están.

Cierro los ojos, y los veo allí apilados. Son cientos.

Toda mi infancia, mi adolescencia y mi juventud pasadas por el tamiz de las letras impresas.

Toda yo, mi piel y mi esencia acariciada por la brisa de las hojas leídas.

Llegaron a mí como maravilloso regalo unos, otros a golpe de ahorro peseta a peseta; y todos fueron un pasaje gratis para éste, mi otro lado del espejo.

Compañeros fieles parapetados tras el libro de estudios,  bajo las horas de las sábanas nocturnas prohibidas,  en las escapadas furtivas de la merienda y en los peligros del cuarto de baño.

Cada volumen puñados de sueños,  manojos de viajes,  pellizcos de películas que quedarán por filmar. Están ahí, desordenados todos, añejos de puro usarlos, y nuevos de tanto mimarlos.

Cada ejemplar un tesoro infinito, un recuerdo jamás olvidado, un pedazo prensado de mi  vida, del que nunca me podré separar.

Son mi historia, son mis sueños, son yo  misma.

viernes, 19 de abril de 2013

Sentir se va perdiendo por el camino que lleva a Decir...


No pude hacer peor cosa que darte un nombre.

Desde entonces eres puro martillo en mi cabeza y piedra roma entre mis dientes y mi lengua.

Echo de menos cuando no eras nada, ni eras de nadie.

Ahora eres puta en escaparates inciertos, follada por todos y amada por nadie.

Cuando te necesito ya nunca eres nueva, has perdido el aroma de haber viajado por tantos otros.

Se te cayó la magia a la primera sílaba.

Moriste en mi pecho mientras te llevaba el aire.

lunes, 15 de abril de 2013

Es uno, es dos, estrés... y volvemos a empezar.

Imagen de Michael Vincent Manalo


Cuanto más leo, menos escribo.

Y se me pasan las horas llenando mi pupilas de viajes con letras.

Y se me pasan los días colmando el  teclado de polvo sin dedos.

Cuanto menos escribo, más nerviosa me pongo

La pasión me pide escritura, y mi reloj de arena sin tiempo me regala lectura.

La lectura se me apasiona a trompicones en la garganta, la escritura engaña al reloj y me dice que mañana.

Hoy es mañana, mañana ya es hoy. No sé en que día vivo. Pero la semana vuelve a escapárseme entre los quicios de las uñas, y me envuelve repentinamente una taquicardia interior.

Mis ojos no trabajan  lo bastante  deprisa, mi cabeza no encuentra la salida hacia la pluma entre mis manos.

Estoy agotada. Agotada de nada.

De querer abarcar de un bocado el mundo en este abrazo.

De querer matar los segundos que  me entretuve en tirar a la basura.

Me laten dentro las ganas atrasadas, y se me ahogan las prisas anudándoseme a la traquea.

Me falta el aire, me falta el tiempo que me sobra, me faltan los días interminables de la infancia, y me falta 
todo…

… y me sobro yo.

martes, 9 de abril de 2013

Enamorarme ayer de José Luis Sampedro fue fácil, tanto como llorarle hoy...


Llevo una hora escribiéndole. Lo he borrado todo.

Demasiadas palabras, aunque se me queden cortas. Demasiado manidas, aunque las necesite. Demasiado yo, cuando es por él.

Lo que me hubiese gustado decirle en esa posibilidad que me brindaron, ya da igual.


Todo lo que surge a borbotones una vez abierta la compuerta de lo irremediable, ya no importa.


Él era, es, sencillo. De esa humildad de la que sólo son capaces los que nunca admitirán que son muy grandes.


Así pues, para él algo sencillo: Gracias.


Por todas las palabras tuyas que leí y las que todavía me quedan.


Por tu sonrisa sincera y eterna, aunque hoy otros sólo se acuerden de la etrusca.


Por plantar la semilla de lo necesario en estos tiempos difíciles e inciertos.


Por haber escrito y vivido, por vivir y haberlo escrito.


Por haberme hecho sirena, por haberme llevado por el río, por haberme susurrado un soneto, por haberme cincelado sobre el caballo desnudo…


Y ahora es cuando me pierdo, y seguiría hasta donde el teclado, los dedos y el corazón  me llevasen.


Así que me despido, aunque sólo por un rato. 


Mañana, y al otro y siempre, volveré a estar contigo. 

Te acariciaré por entre las páginas, ya sin lágrimas, leyéndote una vez más con todo el amor del mundo.

**pd:
Aquel que es capaz de engendrar amor en quien lo lee, no es un genio, ni un maestro... es un padre.**

miércoles, 3 de abril de 2013

Las mañanas no son de nadie hasta que las haces tuyas.

Imagen de Maia Flore


Hay días que te levantas, no te miras al espejo, te pegas una sonrisa en la cara y sales al cemento con zapatos de buzo.

Y después está hoy, que das una vuelta más en cama, te levantas,  miras por entre los párpados sorprendidos por una intensa luz al sol,  sonríes sin saber por qué  y sales al aire de la mañana con alas en los pies.